La madrugada del primero de febrero dejó a la luz una verdad que se veía desde todas las partes del país. Con el arreglo y las coimas a la municipalidad de Villa Gesell, el complejo de Pueblo Límite funcionaba no solo como boliche, sino también como vivienda. Sin embargo, fue necesaria la intervención de Afip y el Ministerio de Trabajo para detectar las irregularidades que el boliche presentaba. Y como bien se marca en los informes televisivos, fue Afip quien encontró en el lugar a unos 100 empleados viviendo en condiciones de vida paupérrimas, con problemas de higiene y sin las comodidades básicas para una persona. Sin embargo, más escalofriante es conocer la manera en que fueron hallados los trabajadores: luego de haber cumplido sus tareas laborales durante toda la noche, los empleados fueron mandados a ocultarse en el pabellón o “pabe” -como es conocido entre los mismos por la manera en que se vive- siendo amenazados por el encargado, quien propinó una amenaza desde su boca, dejando en claro que de ver a alguno dando vueltas por el boliche, se iría sin cobrar todo lo trabajado durante el mes (una clara demostración del problema que podría tener el complejo si Afip conocía de estas irregularidades). O más extraño aún fue ver para quienes allí estaban, ver pasar delante de sus ojos corriendo al “dueño” del lugar, ingresar al pabellón y escapar por una ventana, subiendo a los techos del lugar. Quizá, tan rara como la secuencia de ver a un compañero de trabajo pasar cuerpo a tierra por la terraza del boliche para que los agentes de Afip no los viera.
Los lugares donde vivían los empleados:
El famoso pabellón, es un lugar que cuenta con dos habitaciones de 4x7 metros, donde hay falta de buena ventilación y donde se ubican una gran cantidad de camas cuchetas, y dos baños -uno de hombres y uno de mujeres-. En las mismas habitaciones convivían alrededor de 50 personas, quienes estaban en las más bajas condiciones de vida. El restante de los trabajadores, se encontraba viviendo en un complejo en Avenida 3 entre Paseo 117 y 118, donde Afip también hizo un allanamiento para constatar la calidad del mismo. Separados en alrededor de 10 habitaciones, vivían cerca de 60 empleados -camareros y barman-, completando cada pieza con un numero de entre 4 y 6 personas por cada una en un espacio reducido. Por supuesto que tampoco se contaba con una cocina, lo que hacia más elevado el gasto de los trabajadores, y los baños no contaban con la higiene necesario. Además, se transformaban en baños públicos, ya que las personas que iban a comer a los locales ubicados delante del complejo, ingresaban a utilizar estos mismos sanitarios, pudiendo traer un claro problema de seguridad. Por otra parte, la mayoría de las habitaciones no contaban con ventanas o eran fijas, lo que producía que se conviva en medio de la gran cantidad de humedad que se juntaba y el polvillo, lo que generó dificultades de salud para muchos de los jóvenes que allí se encontraban. Además, el boliche jamás se hizo cargo de los viáticos -300 pesos mensuales-, ni de los problemas que allí existían: durante una semana y media, los baños no contaron con agua caliente, exponiendo a bañarse con agua fría a los trabajadores con las bajas temperaturas de la noche gesselina.
Las irregularidades con Afip con respecto a los trabajadores:
La noche del 16 de enero, hubo un primer relevamiento de Afip en el boliche para constatar las condiciones de los trabajadores. Ese mismo día, todos los jóvenes fueron citados con una hora de anticipación a su horario de ingreso para tener una reunión con el encargado: allí mismo se les explicó a los empleados las cosas que debían declarar delante de Afip, por ejemplo, que contaban con un franco semanal rotativo, y que el horario de trabajo era entre las 23 hs y las 06 hs (en el caso de los barman), entre otras cosas. Esa misma noche, el relevamiento se hizo de forma ordenada y todo salió bien para el boliche, quien dejaba en claro que contestando algo fuera de lo establecido, el empleado sería echado. Sin embargo, los trabajadores jamás tuvieron un franco semanal, sino que a cada falta que tenían se les descontaría el día del sueldo. Además, el horario era entre las 23 hs y las 8 hs, sin pago de horas extras.
Por otra parte, cabe destacar que a boca cerrada, se trabajaba con una presión extra: la de ser despedido sin causa -o mejor dicho, con causa inventada- para reducir el gasto en personal. Esto mismo comenzó a ocurrir a partir del 28 de enero, con el despido de 2 barman por causas que se desconocen, y quienes fueron hostigados y amenazados con picanas eléctricas por la seguridad del boliche cuando fueron acompañados hasta el complejo ubicado en Avenida 3 para retirar sus cosas. Pero no es para asombrarse la cuestión de las amenazas: de boca del encargado, declararon empleados del boliche, escuchar decirles cara a cara que “el que tenga un problema, además de ser despedido se tendría que aguantar la paliza de su vida”. Y por estas mismas declaraciones, fue que Afip y Prefectura tuvo que quedarse en el lugar cuidando la salud de los 6 trabajadores que quedaron dentro del boliche por declarar en contra del lugar, hasta el momento del pago. Además, tuvieron que ser llevados hasta la terminal de Pinamar en la camioneta de Ministerio de Trabajo y en un auto particular de empleados de Afip, para preservar la seguridad de los mismos, quienes no tuvieron cubiertos el pasaje de vuelta, algo establecido en las condiciones de trabajo antes de llegar a la costa atlántica.
El día primero de febrero, el restante de los trabajadores que no quedaron en el boliche, fueron llevados a la estación de servicio Shell, para cobrar allí su sueldo. Muchos de los mismos, no se quedaron a declarar todo lo vivido por miedo a no cobrar y por el constante juego psicológico utilizado por uno de los encargados para que salgan del establecimiento, ya que no querían que estén presentes cuando llegara Ministerio de Trabajo, que venía a relevar a cada uno de los empleados para ver que no estén en condición de trata de personas. Los 6 empleados que se quedaron haciendo frente a la situación, fueron constantemente maltratados, custodiados siempre de cerca por el encargado de seguridad del boliche, mientras que eran fotografiados -no se sabe con que causa- por la encargada del pago de los sueldos, además de sufrir el maltrato verbal y la espera interminable para cobrar el sueldo. Gracias al trabajo de la Afip y la presión que ejercieron sobre el boliche, y solo gracias a la amenaza legal de ser llevada detenida la persona que debía pagarle a los empleados, se logró que les pagaran el sueldo completo. No es el mismo caso de quienes cobraron por fuera del establecimiento, quienes tuvieron descontadas las faltas al trabajo.
Desde el punto de vista impositivo, Afip pudo encontrar la evasión tributaria, además de establecerse que los dueños del boliche utilizaban 4 personas jurídicas y 6 personas físicas como testaferros. Cada uno de estos no presentaban bienes a su nombre, además de contar con un supuesto empresario de 19 años que ni siquiera estaba inscripto en Afip, y un monotributista clase "B" -el más bajo del sistema-.
Además, lograron saber que en el boliche ingresaron alrededor de 18 mil personas el día sábado 17 de enero, cuando la capacidad correspondiente a la habilitación del lugar es mucho menor, aunque esto ha sido solo por declaraciones y no se pudo dar una constancia firme sobre lo sucedido.