viernes, 20 de febrero de 2015

Pueblo, límite a la dignidad de los trabajadores


Más allá de la fiesta, de la espectacular vivencia de la noche, la música, el alcohol y la felicidad de los jóvenes por ingresar a uno de los boliches más importantes del país, existe otro Pueblo Límite a tan solo metros de todo lo dicho. Detrás de todo ese frenesí, de la “falopa” que se vende en la pista “Vibe” -el segmento de música electrónica que poseé el boliche- y de los cientos de jóvenes que salen de forma agonizante del lugar, existe otro Pueblo Límite. Existe aquel que limita la dignidad de sus trabajadores: 49 barman, alrededor de 20 camareros, aproximadamente 16 cajeros y 15 personas de depósito -quienes hacen los trabajos de reposición de las barras-. Existe sobre la terraza del bar “Studio Bar”, el lugar donde la vivencia es supervivencia y todo puede pasar.

La madrugada del primero de febrero dejó a la luz una verdad que se veía desde todas las partes del país. Con el arreglo y las coimas a la municipalidad de Villa Gesell, el complejo de Pueblo Límite funcionaba no solo como boliche, sino también como vivienda. Sin embargo, fue necesaria la intervención de Afip y el Ministerio de Trabajo para detectar las irregularidades que el boliche presentaba. Y como bien se marca en los informes televisivos, fue Afip quien encontró en el lugar a unos 100 empleados viviendo en condiciones de vida paupérrimas, con problemas de higiene y sin las comodidades básicas para una persona. Sin embargo, más escalofriante es conocer la manera en que fueron hallados los trabajadores: luego de haber cumplido sus tareas laborales durante toda la noche, los empleados fueron mandados a ocultarse en el pabellón o “pabe” -como es conocido entre los mismos por la manera en que se vive- siendo amenazados por el encargado, quien propinó una amenaza desde su boca, dejando en claro que de ver a alguno dando vueltas por el boliche, se iría sin cobrar todo lo trabajado durante el mes (una clara demostración del problema que podría tener el complejo si Afip conocía de estas irregularidades). O más extraño aún fue ver para quienes allí estaban, ver pasar delante de sus ojos corriendo al “dueño” del lugar, ingresar al pabellón y escapar por una ventana, subiendo a los techos del lugar. Quizá, tan rara como la secuencia de ver a un compañero de trabajo pasar cuerpo a tierra por la terraza del boliche para que los agentes de Afip no los viera.



Los lugares donde vivían los empleados:



El famoso pabellón, es un lugar que cuenta con dos habitaciones de 4x7 metros, donde hay falta de buena ventilación y donde se ubican una gran cantidad de camas cuchetas, y dos baños -uno de hombres y uno de mujeres-. En las mismas habitaciones convivían alrededor de 50 personas, quienes estaban en las más bajas condiciones de vida. El restante de los trabajadores, se encontraba viviendo en un complejo en Avenida 3 entre Paseo 117 y 118, donde Afip también hizo un allanamiento para constatar la calidad del mismo. Separados en alrededor de 10 habitaciones, vivían cerca de 60 empleados -camareros y barman-, completando cada pieza con un numero de entre 4 y 6 personas por cada una en un espacio reducido. Por supuesto que tampoco se contaba con una cocina, lo que hacia más elevado el gasto de los trabajadores, y los baños no contaban con la higiene necesario. Además, se transformaban en baños públicos, ya que las personas que iban a comer a los locales ubicados delante del complejo, ingresaban a utilizar estos mismos sanitarios, pudiendo traer un claro problema de seguridad. Por otra parte, la mayoría de las habitaciones no contaban con ventanas o eran fijas, lo que producía que se conviva en medio de la gran cantidad de humedad que se juntaba y el polvillo, lo que generó dificultades de salud para muchos de los jóvenes que allí se encontraban. Además, el boliche jamás se hizo cargo de los viáticos -300 pesos mensuales-, ni de los problemas que allí existían: durante una semana y media, los baños no contaron con agua caliente, exponiendo a bañarse con agua fría a los trabajadores con las bajas temperaturas de la noche gesselina.



Las irregularidades con Afip con respecto a los trabajadores:



La noche del 16 de enero, hubo un primer relevamiento de Afip en el boliche para constatar las condiciones de los trabajadores. Ese mismo día, todos los jóvenes fueron citados con una hora de anticipación a su horario de ingreso para tener una reunión con el encargado: allí mismo se les explicó a los empleados las cosas que debían declarar delante de Afip, por ejemplo, que contaban con un franco semanal rotativo, y que el horario de trabajo era entre las 23 hs y las 06 hs (en el caso de los barman), entre otras cosas. Esa misma noche, el relevamiento se hizo de forma ordenada y todo salió bien para el boliche, quien dejaba en claro que contestando algo fuera de lo establecido, el empleado sería echado. Sin embargo, los trabajadores jamás tuvieron un franco semanal, sino que a cada falta que tenían se les descontaría el día del sueldo. Además, el horario era entre las 23 hs y las 8 hs, sin pago de horas extras.
Por otra parte, cabe destacar que a boca cerrada, se trabajaba con una presión extra: la de ser despedido sin causa -o mejor dicho, con causa inventada- para reducir el gasto en personal. Esto mismo comenzó a ocurrir a partir del 28 de enero, con el despido de 2 barman por causas que se desconocen, y quienes fueron hostigados y amenazados con picanas eléctricas por la seguridad del boliche cuando fueron acompañados hasta el complejo ubicado en Avenida 3 para retirar sus cosas. Pero no es para asombrarse la cuestión de las amenazas: de boca del encargado, declararon empleados del boliche, escuchar decirles cara a cara que “el que tenga un problema, además de ser despedido se tendría que aguantar la paliza de su vida”. Y por estas mismas declaraciones, fue que Afip y Prefectura tuvo que quedarse en el lugar cuidando la salud de los 6 trabajadores que quedaron dentro del boliche por declarar en contra del lugar, hasta el momento del pago. Además, tuvieron que ser llevados hasta la terminal de Pinamar en la camioneta de Ministerio de Trabajo y en un auto particular de empleados de Afip, para preservar la seguridad de los mismos, quienes no tuvieron cubiertos el pasaje de vuelta, algo establecido en las condiciones de trabajo antes de llegar a la costa atlántica.
El día primero de febrero, el restante de los trabajadores que no quedaron en el boliche, fueron llevados a la estación de servicio Shell, para cobrar allí su sueldo. Muchos de los mismos, no se quedaron a declarar todo lo vivido por miedo a no cobrar y por el constante juego psicológico utilizado por uno de los encargados para que salgan del establecimiento, ya que no querían que estén presentes cuando llegara Ministerio de Trabajo, que venía a relevar a cada uno de los empleados para ver que no estén en condición de trata de personas. Los 6 empleados que se quedaron haciendo frente a la situación, fueron constantemente maltratados, custodiados siempre de cerca por el encargado de seguridad del boliche, mientras que eran fotografiados -no se sabe con que causa- por la encargada del pago de los sueldos, además de sufrir el maltrato verbal y la espera interminable para cobrar el sueldo. Gracias al trabajo de la Afip y la presión que ejercieron sobre el boliche, y solo gracias a la amenaza legal de ser llevada detenida la persona que debía pagarle a los empleados, se logró que les pagaran el sueldo completo. No es el mismo caso de quienes cobraron por fuera del establecimiento, quienes tuvieron descontadas las faltas al trabajo.



Desde el punto de vista impositivo, Afip pudo encontrar la evasión tributaria, además de establecerse que los dueños del boliche utilizaban 4 personas jurídicas y 6 personas físicas como testaferros. Cada uno de estos no presentaban bienes a su nombre, además de contar con un supuesto empresario de 19 años que ni siquiera estaba inscripto en Afip, y un monotributista clase "B" -el más bajo del sistema-.
Además, lograron saber que en el boliche ingresaron alrededor de 18 mil personas el día sábado 17 de enero, cuando la capacidad correspondiente a la habilitación del lugar es mucho menor, aunque esto ha sido solo por declaraciones y no se pudo dar una constancia firme sobre lo sucedido.


sábado, 7 de febrero de 2015

Acertijos

Frustrarse solo al levantarse. Perder la cabeza en un espacio sin tiempo. De aquellas sonrisas intencionadas a un salto profundo al abismo. La decisión más difícil después de todo aquello es salir rápido del amor ¿qué amor? Siempre, nunca, todo, nada. Fuimos aquello que nunca supimos ser ¿que no quisimos? Fuimos siempre lo contrario. La corriente ganó. 
El vacío de tus palabras, el pensarlo todo, tu alma calla y ríe, no dice nada, se enfría el ambiente, no quedan soles de febrero. Un crimen es que silencies tanta voz. Desespera no oírte llegar, endulza, atrae, rompe, entra por debajo de la tierra con un movimiento extraordinario sin dejar reacción alguna, es un shock, un golpe al corazón. Y estoy perdido otra vez. 
Esperar, buscar, encontrar, verte llegar, un juego de seducción, el momento previo, los planetas que se mueven al igual que nuestras almas. Decepcionarse, verte partir, no hilvanar el pensar. Todo es un tiempo, todo lo vale, y en minutos el precio es caro. Fuimos quemando las agujas del reloj hasta quedarnos sin más que un plato redondo y vacío en la mesa. El vacío oscuro que se siente en aquellas mañana que ya no necesitas nada. El vacío más profundo que puedes dejar en un corazón, contagiando tus miedos a no seguir perdiendo más. "El que no arriesga no gana". 
El instante previo a amar, ese momento donde se pierden todos los sentidos, las convicciones y los gustos,  donde las almas conjugan un choque que genera tanta inestabilidad que ni la mayor estructura humana puede resistirlo. Solo en eso quedó: en un instante. Aceleraste tanto el juego que diste justo en aquel defecto que llevo pegado como a mi sombra, lo atrajiste dejándolo relucirse bajo los rayos del sol. Y nos acercamos tanto que nos quemó. De tanto tirar la cuerda se rompió, y ya no pudiste dar otro empujón más. En un abrir de cerrar de ojos te perdí, me perdiste, nos escondimos y no volvimos a ser. La noche nos tapó. La arena nos envolvió con el viento que sopló del sur helando nuestros cuerpos. La marea fue demasiado grande y también te ganó ¿Y que se siente terminar en aquella profunda tristeza y en la banalidad de las palabras que terminaran marcando que un lapso suena a poco, pero que cotizado en tiempo, dolió, valió caro? Volver a caer. 
¿Que habrá atravesado por tu mente en aquellos momentos de silencio que compartimos? ¿Sentirás algo oculto que aún no pude descubrir? ¿Que habrá sentido tu alma cuando dormiste sobre mí, con tu cabeza en mi pecho, con tu pierna sobre las mías? ¿Habrás sentido? ¿Cuánto tiempo puedes necesitar para mostrar quienes eres? ¿Quién robo todo aquello que dijiste ser? ¿Cuántas lunas de sábado fueron castigadas por tus errores? ¿Cuántas veces más puedes volver a equivocarte ahora? ¿Por qué dar vuelta todo? ¿Cuál es el modo de amarte? ¿Hay un modo? "Si estas oculta, como sabré quien eres".
En medio de todos los acertijos que tienes logras dar vuelta una cabeza con facilidad. Sabes manejar bien los tiempos, los besos, los abrazos, las caricias. En esos acertijos te escondes y no te dejas ver. Giras mis notas, exponiendo mi lado más perjudicial: pensar para vivir. Y me cambias todo lo que escribo en unos caracteres, sacándome una sonrisa, conformándome con lo que venga. Me calmas por unos días la sed que generas con este desierto de sentimiento. Y ahí estoy, esperando por ti. Trasladando a mi ser por lugares que jamás pensé. Pero no puedo recriminarte nada: me encanta. Y otra vez me contagias. Esta vez tus acertijos. Y me encantas.