martes, 12 de julio de 2011

Calle Siglo XXI.

Un muerto asomaba por un callejón. Parecía sucio, como si hubiese despertado ahí luego de pasar una noche de adolescente. Igual no se preocupaba por su aspecto; era un muerto.
Se largo a caminar por las montañas de un lugar que le hacía acordar a su vida: siempre cuesta arriba. Entre esos pasos, miraba a sus zapatos elegantes y no comprendía entonces que hacía en aquel lugar oscuro de la ciudad.
Recién había amanecido, pero él no había dormido nada. Parecía que el sol seguía tapado por la luna. Sin embargo, sentía como los rayos penetraban sus pupilas, lo encandecía por la fortaleza que tenían; era tan débil su pasar que ni vivo lo sentían.
Una hora o dos quizá ya habían pasado y él no encontraba el rumbo. Andaba muy sólo. Nadie le hablaba, pero él pensaba: "claro, estoy muerto". Se creía las explicaciones absurdas que solía darse para si mismo (aunque supiese que estas eran mentiras simples mentiras). Notaba en la mirada acusadora de la gente el desprecio que le tenían. Cuando se acercaban lo aniquilaban por la espalda.
Un sonido comenzó a escuchar: una vibración en el pantalón y un rectángulo tan pequeño le pedía ser atendido. Lo miró con una cara extraña pero lo sacó. Presionó aquel botón verde tan significativo y respondió "¿hola?" Se notaba el miedo en sus palabras. Aquel diminuto objeto le daba un rumbo y al mismo tiempo se convertía en un Dios para él. A través de este objeto le indicaba alguien a donde ir.
Llegó a la dirección que había recibido: temeroso, una vez más, como toda su vida, se acercó a ese lugar que no connotaba nada extraño: parecía otra gran montaña por escalar, solo que era oscura, vidriada y la gente entraba y salía, como si fuese un gran mercado antiguo.
Lentamente subió hasta el 6º piso donde lo estaban esperando. Buenas tardes jefe - le dijo muy seriamente un uniformado que aparentaba ser perfecto -. Él lo saludo un tanto extrañado (alguien le estaba hablando). Sin embargo, era más extraño para su mundo el sentir que lo habían tomado como a un jefe. Deben confundirse pensó, mientras susurraba su propia mentira: "solo soy un muerto."
Lo dejaron a solas en aquella oficina del 6º piso, aunque seguía sin comprender. Miraba por la ventana hacia abajo, donde veía como el mundo se movía a toda velocidad. El tráfico tapaba las calles, el humo contaminaba la atmósfera, las personas solo se hablaban para insultarse. El resto caminaba de traje por la vereda, con portafolios en mano, acallados, sin sonrisas en sus caras. Sentía a aquel 6º piso como si fuese un infierno dentro del planeta.
Ya nada tenía sentido: el callejón vacío, su oficina, los protocolos de sus subordinados, ni la locura de la calle Siglo XXI.
Las 6 de la tarde sonaban en las campanas y también en los teléfonos de su escritorio: - señor, está su auto - le avisaban por el tubo que lo conectaba a través de los cables con las voces que estaban en un lugar mucho más lejano.
Bajo nuevamente (deseaba no estar más en el 6º piso).
En el subsuelo, oscuro y tan gigante, subió a su auto y emprendió camino a la nada. Su piloto automático esta vez le serviría, sino no sabría a donde ir.
Un portón se abrió en una mansión "¿será mi casa?" pensó una vez más. Estacionó y descendió. Camino y entró. Él seguía descubriendo cosas que nunca había visto.
- ¿Hola? - repitió muchas veces, elevando cada vez más el tono de voz, pero sólo el eco le contestó. Parecía sólo. Nadie en casa. - Estoy muerto, no me deben escuchar -, volvía a susurrar. Esta vez ya no creía tanto en él.
Decidió recorrer su inmensa casa: abrió puertas arriba y abajo (siempre quedaba una más, y ya se sentía cansado). Había encontrado detrás de las puertas dinero, joyas, televisiones, computadoras, etc. Pero ni a una sola persona. Todos los objetos que siempre había soñado encontró allí. Sin embargo se sentía perdido.
Ya no sonaba su pequeño Dios salvador ni un teléfono de escritorio. Nada parecía venir a ayudarlo: esta vez estaba sólo, completamente sólo.
Seguía recorriendo y se cruzaba siempre con fotos de él, solo. Nunca una compañía. No había un amigo, solo dinero.
¿Será que existe la verdadera amistad? pensé yo cuando lo observaba. Ya mis ojos se entristecían al verlo tan desesperado. Sin embargo, por algo que desconocía, sabía que él debía aprender la lección.
Una, dos, tres veces pensaba ¿le mando a un amigo para que encuentre calma? No debía, mi poder no me autorizaba. Sin embargo decidí mostrarle una nueva entrada...
Otra vez, temeroso (como siempre), caminó hacia ella y le temblaba la mano al girar la perilla; lo logró, había entrado. Miraba a su alrededor y todo lo asombraba. Cajas y más cajas, solo eso encontraba, una arriba de la otra. En ese instante comenzó a sentir que un frío venía desde el fondo de la habitación. Allá, una luz parecía guiarlo para que siga su camino; hacia allá fue, hacia la luz.
Llegando, lo absorbió una sensación rara de tristeza, de decepción. Era inexplicable, jamás lo había sentido. Su cabeza comenzó a delirar. Se dispersaba en un más allá de sueños y de realidad pasada: entraba a entender lo que pasaba. Ahora se daba cuenta porque él había de hallarse sólo. En esos recuerdos pudo ver como había decidido cambiar a lo largo de su vida el amor y la amistad, por la avaricia, por el tener aunque sea un poco más de todo. Así, entre negocio y negocio, había conseguido lo que siempre había soñado y lo que siempre había sabido ser: un frívolo materialista.
Los sueños lo pateaban, lo mandaban a la realidad: otra vez sólo, en aquel cuarto, pero ahora todo era diferente. Él ya estaba llorando.
- ¿Por qué me condena el pasado? ¿Qué he hecho? - decía desesperado. Terrible realidad padeceré por el fin de mis días, pensaba. - Pero soy un muerto ¿por qué sufro? - se dijo en voz suave y deprimida.
Ya había conseguido algunas respuestas, pero seguía sin entender cuando había pasado todo esto, ni tampoco porque apareció en el callejón, todo destruido ¿por qué no se acordaba de su persona, de lo que ahora era? Seguía buscando explicaciones.
Yo ya me sentía cansado, mi edad me agotaba cada vez más rápido. Ya había sufrido mucho ¿Habrá aprendido? me preguntaba por lo bajo. Era hora de llamarlo.
Lo miré desde arriba mientras pensaba, dudaba, trataba de decidir: no sabía que hacer con él ¿le daría la explicación que tanto anhelaba? Había vivido tan solo un día como había deseado y desanimado ya estaba en ese mundo codicioso.
Dormido en las maderas de la habitación quedó desparramado; debía despertarlo. Una brisa hice correr por allí, y se levantó: otra vez la luz lo atraía. Caminó con miedo, pero una vez más llegó. Entró y otra vez volvió a revolver el pasado.
Giraba como un loco en el piso, dentro de la realidad infinita; quise entrar a su mundo paralelo: - hablaré con él -, me dije. Empecé a entablar el diálogo:

Yo: No me recuerdas ¿verdad?
Él: No ¿quién eres? Creo que nunca te he visto...
Yo: Tranquilo, esta vez no temas, sólo vine para explicarte
Él: ¿Explicarme? ¿Me viste en el callejón, en el 6º piso, en mi casa? ¿Tú me sigues?
Yo: Oh no, sólo sé lo que te ha pasado
Él: ¿Por qué, cómo?
Yo: No importa, sólo te pido que recuerdes conmigo lo que pasó aquella noche conmigo...
Venías en tu auto viajando por la ruta. Estabas triste y enfadado. Decías que tu vida no valía, estabas hablando sólo.
Pedías plata, lo que fuese, no importaba más nada para ti, sólo el dinero. Frenaste en una parrilla en medio del camino, te cruzaste conmigo ¿sigues sin recordar?
Él: No, no sé de que hablas.
Yo: Pues claro, tenías mucho olor a alcohol, se nota que habías estado bebiendo... En ese momento charlamos y me pediste con tantas ganas una vida llena de dinero que pensé en obsequiarte ese deseo. Tú no me creíste, pensaste que yo estaba loco, no tuviste fe y te fuiste. Te aconsejé que no lo hicieras pero no escuchaste. Largaste a toda velocidad con tu auto y a los pocos segundas te estrellaste.
Él: ¿Choqué? En el callejón no parecía lo mismo. No era un choque sino un ebrio sin razón alguna.
Yo: Se nota que eres una manzana verde que no le gusta analizar. Ahora todos beben por beber, la sociedad se ha perdido como tú, que ya te fuiste.
Sin embargo te devolví con todo lo que querías. Yo fui a rescatarte de aquella noche sin sentido de tu vida, o por lo menos así lo pensabas y lo llamabas vos. Te tiré en un callejón: parecías un muerto en un cuerpo vivo ¿verdad?
Él: ¿Me resucitaste? ¿Eso quieres decir?
Yo: Tú tómalo como quieras, sólo quería que vieras lo que era una mala vida ¿habrás aprendido la lección? ¿habrás aprendido lo que es la codicia, la avaricia?...

No te deje responder y me fui. Te deje sólo, pensando. Sabia que solo con tus actos podías demostrarme si te había servido de enseñanza todo lo vivido.
Dejé que transcurran los días mientras te observaba. Lloraste, quisiste volver a ser quien eras días atrás, pero ¿habría retorno? Quédate tranquilo ya que hoy puedo decir que me siento satisfecho porque te tengo a mi lado. Sé que esto ha culminado. Me di cuenta que ya no podíamos más así cuando con gritos desesperados me dijiste: "por favor, este no es mi Mundo, esto está todo destruido. No es como yo lo imaginaba. Llévame. Devuélveme a la oscuridad, allá estaré con mi hermoso pasado". Buen viaje querido amigo.

jueves, 7 de julio de 2011

No estamos unidos al "Manifest Destiny"

1939: Año difícil, con una dura dicotomía en el aire, jugando entre tensión y calma. El hombre había podido comprobar tan solo dos décadas atrás que su estabilidad corría peligro, que el sistema podía ser destruido por un ser-animal llamado "ser humano".
Los coches andaban seguros en algunos países del Norte de Europa. Los hombres, todos de trajes, bien elegantes, tenían todo bajo control. Sin embargo, sólo quien era de "raza pura" podía ser dueño de todo esto, sólo el alemán, "superior" a los demás, sería quien debía dominar al mundo.
1945: Con la finalización de aquella guerra, los judíos habían dejado de ser perseguidos y, Hitler ya no se encontraba como un ser mortal que amenazaba a muchas partes del mundo con sus interminables guerras, sólo por ambición de un poco más.
Había quedado todo dividido y, parecía que la "bella" calma iba a volver.
La globalización y el paso de los años, convirtieron a Hitler como a un ser tan inteligente como maligno y, a todos los que compartían a la doctrina nazi, como a los peores seres humanos que existieron en la Tierra.
Nunca más volvería a verse una guerra de tal dimensión, ni siquiera algo cercano o parecido: los nuevos dirigentes de las grandes potencias mundiales, comenzarían a ser "más" pensantes.
1945-1989: La Guerra Fría dejó una enseñanza: guerras pequeñas, dispersas por el mundo, no harían quedar tan mal a los países centrales capitalistas, que tenían tanta maldad como aquella doctrina nazi.
Pero es algo loco de pensar que sea una casualidad, que siempre el mismo país este mezclado en estos problemas y, nadie los juzgue de tal manera. ¿Tanto miedo hay? Somos 200 contra 1. ¿Por qué ellos pueden prohibir lo que ellos si pueden tener y que alguna vez usaron?
2001, 11 de septiembre: Las Torres Gemelas son destruídas; 200 pisos en el suelo; miles de muertos que eran inocentes; la aparición de Osama Bin Laden. Este si que es el invento más grande de la historia, una mentira sin perdón.
Esto fue la campana para una guerra en Irak, la invasión, etc. Y justo fue a parar esta batalla en un país de Medio Oriente que, ho casualidad, tiene como fuente de su economía al petróleo. ¿Miles de vidas inocentes perdidas por oro negro y por ser aun más la potencia número uno del mundo? ¿Lo vale, tanto por ambición? Pregúntenle a aquel presidente canoso, G.W. O a aquel centro militar que también fue atacado ese día, o si quieren también pregúntenle a la maldita doctrina "Manifest Destiny". Ellos les darán la respuesta, y no se sorprendan con los que le dirán he!
Ésta, marca como parte del destino, que ese país del Norte, está innatamente mandado, como si hubiese sido tocado por la mano divina, para manejar económica y militarmente al mundo por ser "superiores" al resto. ¿No parece tener similitud con una doctrina de mitad del siglo XX? Para mí sí, y más todavía si nombramos que fue y es utilizada para justificar guerras y guerras, por las riquezas que sirve la naturaleza. ¿No hace falta decir que en las guerras se matan cantidades de personas y, que muchos son civiles? No, creo que es obvio, todos lo sabemos. Entonces, sacando la diferencia que los del Norte de América lo hacen por mejorar su economía, por robar lo que es de otros país y, que los de Europa lo hacían por ser "superiores" en cuanto a raza, hacen lo mismo: matan, matan, matan, matan y matan.
Encima que no paran de matar, su gente festeja esto. Nadie dice nada. Cuanto miedo, cuantos intereses!
Su clase dirigente es desalmada por los derechos humanos, pero su pueblo los vota y la mayoría parece (por como lo festejan), sentir que está bien lo que hacen.
Si recordamos, no hace poco, todos festejaban y saltaban de alegría por la muerte de aquel enemigo creador por sus mismos políticos: "Osama Bin Laden". Si! Lo mataron! ¿De verdad? Yo no lo creo.
2008/09: La crisis económica mundial repercutió tan fuerte, que hoy sigue marcando secueles en esta misma. Esta crisis también cayó sobre ese país al cual hacemos referencias y, su gobierno actual, su nuevo gobierno que venía como "salvador", "distinto", etc. no hizo nada bien. Por eso se hunden en deudas de a poco, aunque nadie diga nada: No vayamos a decir que algo anda mal allá he! El capitalismo y el "way of life" son sagrados. Y como estos deben respetarse, el gobierno iba a perder toda creibilidad y, por eso, como magos, rápidamente el ejército especializado, mató a este áfgano. Basta de mentiras!
Pero ya nada importa, es 4 de julio, con comida rápida, consumiendo a más no poder para ejercitar la economía, se hundirán, aunque algunos también acá, amen a su maldito sistema de vida. No vale generalizar, pero sí, tenemos tantos tarados acá que aman a esa cultura.
Igual habrá que aguantarlos durante un tiempo, pero ojalá que no parezca alocada mi idea de juzgar a estos políticos y a sus seguidores, de manera tan grande y repulsiva como lo hacen todos con Hitler y los nazis (que vale aclarar, bien merecido se lo tienen por todo lo que hicieron, no piensen que yo los defiendo he! Jamás).
El mundo está dominada por "matar por matar" o mejor dicho "matar por dominar y ganar más".

Locos por lo antiguo.

Corría el año 2092, y el sistema seguía vigente. Mis calles estaban más arriba y los bodegones habían pasado de moda. Ya no necesitábamos quejarnos por los desechos de basura arrojados en la vía pública. Sin embargo los basurales crecían como así también los desechos industriales. Pero mi ciudad ya no era como aquella de mi juventud, ya no era un Haedo común, ni un Monserrat alterado, era más parecida a un París que hace años atrás pensábamos que sería inalcanzable.
Los tiempos habían cambiado y, la tecnología era la que dominaba a las personas. Sí, ya no parecía un país del norte ni una unión la que cargaba con las riendas de la tierra. Es que los nuevos aparatos electrónicos ahuyentaban cada vez un poco más, a las prácticas más comunes e importantes del ser humano: el pensar racionalmente.
Sus cerebros se habían marchitado, porque el marketing publicitario había encontrado las nuevas fórmulas para entrar en la psiquis humana y controlarla para lo que quería. Ahora éramos muchos menos los que nos manteníamos a salvo.
La gente se sentía más cerca si hacia el “amor” por teléfono o de otras maneras, que estén alejadas del roce de la piel. Enamorarse solo sería por internet. Sin embargo ya no existía Facebook, ni Twitter, todo el sistema estaba “mejorado”.
Las máquinas ya superaban la inteligencia de su propio creador: el hombre. Es que este, como ya dije, ya no pensaba. Era consumista, capitalista, materialista, pero casi diez veces más que en aquel octubre final que recuerdo de hace unas décadas atrás.
Las presiones mundiales, dada por la simultanea creciente de países subdesarrollados, habían cambiado el rumbo. Más allá de las máquinas, nosotros, como Sudamérica, parecíamos ser quienes dirigíamos al Mundo. Es que las grandes potencias se desplomaron en un crudo invierno de aquel pasado 2044/2045.
Mi Sudamérica querida era quien hoy le tocaba destruir al mundo: por ser dueña de las riquezas más grandes en tanto a lo natural. El hambre y el frío habían aniquilado a los países de Europa. Esto me hacía recordar a una batalla muy conocida a mitad del siglo XX, y por lo bajo hacia que yo me riera de la idiotez del hombre: tropezar dos veces con la misma piedra.
Sin embargo las batallas no eran iguales que en aquellos épocas. El cuerpo a cuerpo había dejado de existir hace más de dos siglos y ya solo manejaba a la victoria la tecnología, aplicada a la estrategia.
La tierra solía ser más igualada entre los países, pero las clases sociales siempre estaban marcadas. Parecía no tener fin aquella frase que la sociedad misma creó: “Para que hayan ricos, deben haber pobres”. La diferencia con el principio del siglo XXI es que la brecha entre estos grupos era mucho más amplia y, que el pueblo ya había quedado sin fuerzas para seguir luchando.
Ya no sé si podíamos hablar de “caretas” o de corruptos, ya desconocíamos nosotros mismos al ser humano. Pero también valía admirar (para bien o para mal), los cambios que habían ocurrido. Quizá así podríamos prevenir algunas cosas.
Yo recuerdo que hace poco tiempo atrás, me senté en uno de esos bares cibernéticos que hay ahora y me pedí un café. En ese momento posé mis hojas de papel, que tenía guardadas conmigo como si fuesen una especie en extinción, saqué un lápiz y comencé a escribir. Por supuesto que iba a criticar a la sociedad pos-moderna de aquellos pasados años del 2011 lejano. Ya por estos años nadie escribía críticas: los ideales revolucionarios habían muerto en el camino de la tierra.
Sin embargo nada sería normal para mí esa tarde, ni para nadie. No me dejaron escribir como a mí me gustaba, pero creo que sería mejor contarles:
Un muchachito entrometido, como era característico de esta sociedad, era totalmente maleducado. Este se me acercó y tuvimos un diálogo:
- He, ¿no le parece que es un poco antiguo eso que utiliza abuelito? – me dijo de mala manera y con cara de desprecio. – No, y creo que eres un mal educado – le respondí con todo el respeto, aunque enojado por lo que había dicho aquel joven. Este me miró y me dijo – modernízate anciano -. Yo me reí, y no le seguí dando charla, por lo que decidió retirarse muy enfadado. Con este inconveniente de por medio, no tomé por finalizado mi trabajo y seguí con lo que estaba haciendo.
Al rato, vi que aquel muchacho me había estado observando y señalando mientras hablaba con otro hombre más grande. No tuve que esperar mucho tiempo más para recibir una ingrata sorpresa: unos señores, que no comprendo si eran policías o psiquiatras, se acercaron a mí, y con pocas palabras que cruzamos, decidieron llevarme con ellos.
Ingresé con los ojos tapados, como si fuese un terrorista o un asesino serial a un pabellón que decía: “locos por lo antiguo”, y allí me dejaron tanto pero tanto tiempo que ya no se en que año ni en qué lugar estoy.
Pero ayer me pasó algo extraño: alguien me preguntó en el bar cibernético de siempre por el “papel” de aquella tarde que no recuerdo y, le dije: - ¿Papel? Lo lamento, no sé de qué me habla-. Pero el hombre insistió: -donde usted escribía antes, con un lápiz, de mina-. Pero yo seguí sin entenderlo y, con cara de desprecio, decidí mandarlo a aquel pabellón oscuro, para que este un largo rato reflexionando.